EL FEMINISMO Y SU PRINCIPIO DE LA DIFERENCIA
El feminismo político como una corriente de la teoría política que analiza, de forma objetiva y lógica el cómo las instituciones públicas han contribuido a materializar la desigualdad social de las mujeres frente a los hombres; y las nuevas opciones que éstas tienen para combatir tal desigualdad.
Surge a finales del siglo XIX, como un movimiento reivindicatorio del reconocimiento de la igualdad y de los derechos de las mujeres en las sociedades. Sin embargo, a pesar de que se constituyó como un movimiento social que paulatinamente fue adquiriendo reconocimiento en el siglo XX, el mismo carecía de un sustento teórico que le otorgara presencia y validez dentro de la teoría política, y no fue sino hasta con Simone de Beauvoir y su obra “El Segundo Sexo”, que se pone de manifiesto, a través de una nueva visión la problemática de las mujeres, logrando otorgarle un carácter más cultural y esencialista, lo que permitiría concebir a este movimiento como una teoría política formal que está integrada y dirigida por las mujeres, donde los debates intentan resolver la problemática que se genera por la condición femenina.
Estos debates favorecieron desde distintos enfoques, la reflexión intelectual sobre esa problemática, así como los cuestionamientos y perspectivas feministas, otorgándole una perspectiva de género que redundó a su vez en una transformación de la comprensión de la realidad de las mujeres dentro de la sociedad, no sólo como un problema social a resolver, sino asignándole un carácter teórico que permitiría crear debates y estudios tendientes a mejorar las condiciones de vida de las mujeres.
En este sentido, el feminismo político se ha caracterizado desde sus inicios, por ser una teoría crítica que cuestiona los roles y lugares asignados a las mujeres y a los hombres en la vida social, en la organización de la familia, en la distribución de los espacios laborales y económicos, así como en el ejercicio del poder, entre y por ambos sexos; proponiendo a la vez la imperiosa necesidad de reconocer la igualdad entre hombres y mujeres dentro de la sociedad.
Así, se define a la teoría feminista como un sistema de ideas que tiene por objeto el estudio e interpretación lógico racional de la situación jurídica de la vida de las mujeres en la realidad social, analizando siempre desde la perspectiva feminista, la relación existente entre las mujeres y las instituciones públicas; y cómo estas instituciones corresponden a su vez con la realidad y las necesidades de las mujeres, y en la transformación de su experiencia histórica dentro de la sociedad contemporánea.
Teoría Feminista Liberal.
La teoría feminista liberal surge como consecuencia del movimiento de emancipación que caracterizó a la primera mitad del siglo XX, y cuya postura ideológica tenía por objeto combatir la desigualdad política que existía entre los
hombres y las mujeres.
El mérito principal del feminismo liberal fue lograr una igualdad política de las mujeres ante los hombres, tanto en la asignación de derechos como en la distribución de los espacios y puestos políticos, principalmente en los congresos y puestos de poder así como en el ámbito de la vida pública.
El feminismo liberal se caracterizó por combatir la desigualdad de las mujeres, pero únicamente en los ámbitos político y laboral. Para ello demandaba reformas al sistema social, a efecto de lograr una autentica igualdad entre los sexos, pero entendida como equiparación de sexos, dejando fuera de esos debates aquellas cuestiones que consideraban se encontraban directamente relacionadas con las diferencias sexuales.
Para el feminismo liberal la desigualdad social de las mujeres se constriñe a la exclusión de la mujer del ámbito público, al ser consideradas como un colectivo marginado y excluido de todos los espacios sociales y simbólicos vinculados al poder.
Propone que la única forma de erradicar la desigualdad entre las mujeres y los hombres, sólo es posible a través del “principio de la paridad”, entendido como la “no discriminación” por cuestión de sexo. Es decir, una política de equiparación de género entre mujeres y hombres.
Esta ideología tuvo una amplia aceptación entre todas las feministas que luchaban por una reivindicación de sus derechos y el reconocimiento frente a los hombres como sujetos políticos dentro de la participación social, reclamando para ellas el “status” pleno de persona.
Para las feministas contemporáneas, las mujeres son diferentes de los hombres y ha sido este reconocimiento de la diferencia el motivo de diversos estudios e investigaciones desarrolladas por la teoría feminista actual cuya ideología se encuentra representada entre el feminismo cultural y feminismo radical.
Teoría Crítica Feminista.
De acuerdo con las feministas culturales, la diferencia esencial entre mujeres y hombres es que las mujeres crían niños y los hombres no.
Robin West señala en “Género y Teoría del Derecho” —obra que utilizo como referencia toral en el desarrollo de esta presentación— que en ambos casos, consideran que estas diferencias de carácter natural están directamente relacionadas con las desigualdades de poder.
De acuerdo con la autora, la condición del estado existencial de la mujer que está fundamentada en su potencial de conexión física y material a la vida humana y que es precisamente este potencial de conexión material de las mujeres el que engendra placeres y dolores, valores y peligros que son enteramente diferentes de los que son consecuencia para los hombres. Lo que bien puede ser la premisa central de la teoría feminista y que consiste en demostrar que la mujer está esencialmente conectada con el mundo y realidad en que vive y a lo que define como “Tesis de la Conexión”.
Tesis de la Conexión.
Las mujeres están real o potencialmente conectadas a otra vida humana. Los hombres no. Este hecho material tiene consecuencias existenciales. Mientras que para los hombres puede ser verdad que el individuo es epistemológica y moralmente anterior a la colectividad, esto no es verdad para las mujeres. El potencial de conexión material con otro define el estado subjetivo, fenomenológico y existencial de las mujeres
Esta concepción resulta contraria a la Tesis de la Separación, elemento fundamental para la Teoría del Derecho imperante en la cultura occidental.
Según lo refiere West, acorde con lo señalado por Roberto Nozick, el fundamento básico de toda filosofía política o moral es que hay individuos con vidas separadas.
Tesis de la separación.
Un ser humano está físicamente separado de todos los otros seres humanos y es esa distinción —fundamental—lo que contiene la expresión “ser humano”. En este sentido, los individuos son distintos y no están unidos los unos con los otros, porque nos encontramos físicamente delimitados.
Esto se refleja en la experiencia del individuo como ente único, estar consciente de esta separación, lo cual expresamos a través de la idea del YO, que es singular e inequívoco y cuyo significado es biológico para los hombres.
Así, atendiendo a la formulación ideológica de cada una de esta tesis, mujeres y hombres se distinguen epistemológica y moralmente porque, se conciben como individuos esencial, necesaria, inevitable, invariablemente separados, en tanto que las mujeres se conciben a si mismas conectadas con la vida, a través de su experiencia, sexual (menstruación, relación sexual, embarazo y amamantamiento)
Las mujeres están “esencialmente conectadas” y los hombres “esencialmente separados”, lo cual ha constituido la base filosófica de la naturaleza masculina de la Teoría del Derecho.
Una teoría masculina de derecho.
Señala West que la inevitabilidad de la separación material del individuo con respecto al otro ocasiona un estado existencial de libertad, donde reconoce que al esta separado de ese otro es libre, lo cual concibe como una condición humana universal. “Cada uno de nosotros está separado y todos estamos separados. Cada uno de nosotros es libre y todos somos libres”
Aparece así la consciencia de libertad e igualdad como bienes valiosos del ser humano y respecto de los cuales, el Estado, en su calidad de soberano debe proteger, para lo cual ha creado los medios de control a través de los cuales pueda garantizar esa libertad.
Sin embargo debe cuestionarse la legitimidad de las instituciones sociales, principalmente el derecho, ya a través de éste se establecen las bases de la organización social.
Catharine Mackinnon , señala al respecto que cada sexo, hombre y mujer tienen su propio rol dentro de la sociedad, por lo que sus límites y poder no son iguales, ya que las mujeres, de acuerdo con la tesis de la separación, han sido definirlas erróneamente, por una institución de ideología masculina como lo es el derecho, mismo que las reconoce como individuos sin reconocerles una identidad de características particulares.
Es decir, mientras el hombre se ha constituido como la idea universal, el estándar; la mujer es definida como la desviación de ese estándar, dónde el hombre tiene el control social y se constituye en el poseedor del pensamiento, de la estructura y organización de las instituciones sociales, en tanto que las mujeres son excluidas explícitamente de la construcción y organización social.
En este mismo sentido, los hombres se caracterizan por definir sus relaciones con base en intereses determinados por los beneficios y ventajas que puedan obtener de esas relaciones, que casi siempre están dirigidos a la satisfacción del bien personal, mientras que las mujeres pueden ser definidas por el contexto de relaciones y juicios, por un estándar de responsabilidades y cuidados que se encuentran vinculados a esas relaciones.
Así, retomando la tesis de la conexión, las mujeres describen sus relaciones, dependiendo de la correspondencia que exista entre su identidad y la situación futura que se desprende de esa relación, lo cual sucede de forma similar con sus juicios morales respecto de esas relaciones.
Señala Carol Gilligan que las diferencias sexuales influyen en la perspectiva que cada uno de los sexos tiene de la realidad pues consideran distintos aspectos distintos del mundo en que viven, siempre quedando de manifiesto que las mujeres en particular y colectivamente poseen una percepción del mundo distinta para si y para con el mundo masculino.
El feminismo político como una corriente de la teoría política que analiza, de forma objetiva y lógica el cómo las instituciones públicas han contribuido a materializar la desigualdad social de las mujeres frente a los hombres; y las nuevas opciones que éstas tienen para combatir tal desigualdad.
Surge a finales del siglo XIX, como un movimiento reivindicatorio del reconocimiento de la igualdad y de los derechos de las mujeres en las sociedades. Sin embargo, a pesar de que se constituyó como un movimiento social que paulatinamente fue adquiriendo reconocimiento en el siglo XX, el mismo carecía de un sustento teórico que le otorgara presencia y validez dentro de la teoría política, y no fue sino hasta con Simone de Beauvoir y su obra “El Segundo Sexo”, que se pone de manifiesto, a través de una nueva visión la problemática de las mujeres, logrando otorgarle un carácter más cultural y esencialista, lo que permitiría concebir a este movimiento como una teoría política formal que está integrada y dirigida por las mujeres, donde los debates intentan resolver la problemática que se genera por la condición femenina.
Estos debates favorecieron desde distintos enfoques, la reflexión intelectual sobre esa problemática, así como los cuestionamientos y perspectivas feministas, otorgándole una perspectiva de género que redundó a su vez en una transformación de la comprensión de la realidad de las mujeres dentro de la sociedad, no sólo como un problema social a resolver, sino asignándole un carácter teórico que permitiría crear debates y estudios tendientes a mejorar las condiciones de vida de las mujeres.
En este sentido, el feminismo político se ha caracterizado desde sus inicios, por ser una teoría crítica que cuestiona los roles y lugares asignados a las mujeres y a los hombres en la vida social, en la organización de la familia, en la distribución de los espacios laborales y económicos, así como en el ejercicio del poder, entre y por ambos sexos; proponiendo a la vez la imperiosa necesidad de reconocer la igualdad entre hombres y mujeres dentro de la sociedad.
Así, se define a la teoría feminista como un sistema de ideas que tiene por objeto el estudio e interpretación lógico racional de la situación jurídica de la vida de las mujeres en la realidad social, analizando siempre desde la perspectiva feminista, la relación existente entre las mujeres y las instituciones públicas; y cómo estas instituciones corresponden a su vez con la realidad y las necesidades de las mujeres, y en la transformación de su experiencia histórica dentro de la sociedad contemporánea.
Teoría Feminista Liberal.
La teoría feminista liberal surge como consecuencia del movimiento de emancipación que caracterizó a la primera mitad del siglo XX, y cuya postura ideológica tenía por objeto combatir la desigualdad política que existía entre los
hombres y las mujeres.
El mérito principal del feminismo liberal fue lograr una igualdad política de las mujeres ante los hombres, tanto en la asignación de derechos como en la distribución de los espacios y puestos políticos, principalmente en los congresos y puestos de poder así como en el ámbito de la vida pública.
El feminismo liberal se caracterizó por combatir la desigualdad de las mujeres, pero únicamente en los ámbitos político y laboral. Para ello demandaba reformas al sistema social, a efecto de lograr una autentica igualdad entre los sexos, pero entendida como equiparación de sexos, dejando fuera de esos debates aquellas cuestiones que consideraban se encontraban directamente relacionadas con las diferencias sexuales.
Para el feminismo liberal la desigualdad social de las mujeres se constriñe a la exclusión de la mujer del ámbito público, al ser consideradas como un colectivo marginado y excluido de todos los espacios sociales y simbólicos vinculados al poder.
Propone que la única forma de erradicar la desigualdad entre las mujeres y los hombres, sólo es posible a través del “principio de la paridad”, entendido como la “no discriminación” por cuestión de sexo. Es decir, una política de equiparación de género entre mujeres y hombres.
Esta ideología tuvo una amplia aceptación entre todas las feministas que luchaban por una reivindicación de sus derechos y el reconocimiento frente a los hombres como sujetos políticos dentro de la participación social, reclamando para ellas el “status” pleno de persona.
Para las feministas contemporáneas, las mujeres son diferentes de los hombres y ha sido este reconocimiento de la diferencia el motivo de diversos estudios e investigaciones desarrolladas por la teoría feminista actual cuya ideología se encuentra representada entre el feminismo cultural y feminismo radical.
Teoría Crítica Feminista.
De acuerdo con las feministas culturales, la diferencia esencial entre mujeres y hombres es que las mujeres crían niños y los hombres no.
Robin West señala en “Género y Teoría del Derecho” —obra que utilizo como referencia toral en el desarrollo de esta presentación— que en ambos casos, consideran que estas diferencias de carácter natural están directamente relacionadas con las desigualdades de poder.
De acuerdo con la autora, la condición del estado existencial de la mujer que está fundamentada en su potencial de conexión física y material a la vida humana y que es precisamente este potencial de conexión material de las mujeres el que engendra placeres y dolores, valores y peligros que son enteramente diferentes de los que son consecuencia para los hombres. Lo que bien puede ser la premisa central de la teoría feminista y que consiste en demostrar que la mujer está esencialmente conectada con el mundo y realidad en que vive y a lo que define como “Tesis de la Conexión”.
Tesis de la Conexión.
Las mujeres están real o potencialmente conectadas a otra vida humana. Los hombres no. Este hecho material tiene consecuencias existenciales. Mientras que para los hombres puede ser verdad que el individuo es epistemológica y moralmente anterior a la colectividad, esto no es verdad para las mujeres. El potencial de conexión material con otro define el estado subjetivo, fenomenológico y existencial de las mujeres
Esta concepción resulta contraria a la Tesis de la Separación, elemento fundamental para la Teoría del Derecho imperante en la cultura occidental.
Según lo refiere West, acorde con lo señalado por Roberto Nozick, el fundamento básico de toda filosofía política o moral es que hay individuos con vidas separadas.
Tesis de la separación.
Un ser humano está físicamente separado de todos los otros seres humanos y es esa distinción —fundamental—lo que contiene la expresión “ser humano”. En este sentido, los individuos son distintos y no están unidos los unos con los otros, porque nos encontramos físicamente delimitados.
Esto se refleja en la experiencia del individuo como ente único, estar consciente de esta separación, lo cual expresamos a través de la idea del YO, que es singular e inequívoco y cuyo significado es biológico para los hombres.
Así, atendiendo a la formulación ideológica de cada una de esta tesis, mujeres y hombres se distinguen epistemológica y moralmente porque, se conciben como individuos esencial, necesaria, inevitable, invariablemente separados, en tanto que las mujeres se conciben a si mismas conectadas con la vida, a través de su experiencia, sexual (menstruación, relación sexual, embarazo y amamantamiento)
Las mujeres están “esencialmente conectadas” y los hombres “esencialmente separados”, lo cual ha constituido la base filosófica de la naturaleza masculina de la Teoría del Derecho.
Una teoría masculina de derecho.
Señala West que la inevitabilidad de la separación material del individuo con respecto al otro ocasiona un estado existencial de libertad, donde reconoce que al esta separado de ese otro es libre, lo cual concibe como una condición humana universal. “Cada uno de nosotros está separado y todos estamos separados. Cada uno de nosotros es libre y todos somos libres”
Aparece así la consciencia de libertad e igualdad como bienes valiosos del ser humano y respecto de los cuales, el Estado, en su calidad de soberano debe proteger, para lo cual ha creado los medios de control a través de los cuales pueda garantizar esa libertad.
Sin embargo debe cuestionarse la legitimidad de las instituciones sociales, principalmente el derecho, ya a través de éste se establecen las bases de la organización social.
Catharine Mackinnon , señala al respecto que cada sexo, hombre y mujer tienen su propio rol dentro de la sociedad, por lo que sus límites y poder no son iguales, ya que las mujeres, de acuerdo con la tesis de la separación, han sido definirlas erróneamente, por una institución de ideología masculina como lo es el derecho, mismo que las reconoce como individuos sin reconocerles una identidad de características particulares.
Es decir, mientras el hombre se ha constituido como la idea universal, el estándar; la mujer es definida como la desviación de ese estándar, dónde el hombre tiene el control social y se constituye en el poseedor del pensamiento, de la estructura y organización de las instituciones sociales, en tanto que las mujeres son excluidas explícitamente de la construcción y organización social.
En este mismo sentido, los hombres se caracterizan por definir sus relaciones con base en intereses determinados por los beneficios y ventajas que puedan obtener de esas relaciones, que casi siempre están dirigidos a la satisfacción del bien personal, mientras que las mujeres pueden ser definidas por el contexto de relaciones y juicios, por un estándar de responsabilidades y cuidados que se encuentran vinculados a esas relaciones.
Así, retomando la tesis de la conexión, las mujeres describen sus relaciones, dependiendo de la correspondencia que exista entre su identidad y la situación futura que se desprende de esa relación, lo cual sucede de forma similar con sus juicios morales respecto de esas relaciones.
Señala Carol Gilligan que las diferencias sexuales influyen en la perspectiva que cada uno de los sexos tiene de la realidad pues consideran distintos aspectos distintos del mundo en que viven, siempre quedando de manifiesto que las mujeres en particular y colectivamente poseen una percepción del mundo distinta para si y para con el mundo masculino.
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