Dorothea Lange

domingo, 20 de mayo de 2012

Un destino impuesto. La maternidad cuando no se desea.

Allá por 1945, Julia regresó de su trabajó en la capital, Ciudad de México, a casa de su madre en un pueblo de Hidalgo. Había estado trabajando de criada en una casa y durante ese tiempo, de cierta forma se volvió independiente. El dinero que le pagaban por su trabajo le dió determinada libertad y seguridad sobre su vida. Sin embargo, tuvo que regresar al pueblo y volver a la rutina del mismo. Ayudar a su madre en las labores de la casa y del campo.

Ese mismo año, en el mismo pueblo, Cosme, quien vivía con su madre enferma y a instancia de ella, decidió buscar una mujer que le ayudara a cuidarla y se ocupara de la casa. Vió a Julia y le gustó. Al poco tiempo se la llevó a casa de su madre y cuando esta murió 5 meses despúes, estaban casados, pues su madre habia insistido en ello, sin que ambos quisieran.

Julia no era una mujer conciente de sí. El estar casada y tener hijos era lo que se esperaba de ella y por lo tanto, ella misma lo hacía, por lo tanto, se resignó y ateniendose a lo que toda mujer vivía en esa época, lo aceptó, aunque diría, a título personal, no de buena gana.

Durante los siguientes 30 años se pasó viviendo una vida  y maternidad impuesta, rebelándose contra ella de la única forma que podía hacerlo. No quiso a sus 7 hijas y 4 hijos y por tanto, no se interesó por ellas y ellos más que lo necesario. Esto es, las y  los parió,  crió y conforme crecían, permanecía alejada de todas y todos ellos.

En algún momento su espíritu se quebró y quedó ella. Sola en tanta inmensidad.

Ahora sus hijas son mujeres mayores que no obstante, las circunstancias donde crecieron, desde jovenes, tuvieron la oprtunidad de salir del pueblo donde vivían y elegir la manera de vivir su vida. De las 7 hijas que tuvo, 4 fueron casadas, 3 permacen solteras, algunas con hijos e hijas, otras sin ellas o ellos. La historia de su vida aun no termina, es una mujer anciana, con demencia senil a sus 85 años y que vive con sus hijas, quienes cuidan de ella pero donde el reproche por su pasado es una constante.

Este caso no es algo excepcional por su historia. Sino por que estas hijas reprochan a su madre su manera de vivir, de ser esposa y ser madre, siendo mujeres, que a diferencia de ella, tuvieron la oportunidad de elegir y que lo hacen para adelante pero que no son tan liberales para su madre, a quien siguen juzgando desde su experiencia personal lo que ella debió ser y hacer como madre, sin detenerse a pensar que su vida fue algo impuesto sin oportunidad de escapar o cambiar.

Pudiera decirse que esto sucedió en el pasado y que los tiempos han cambiado. Sin embargo, no sucede así en muchas regiones del país. La maternidad sigue siendo forzada e impuesta a la mayoría de las mujeres, desde edad núbil.

Algunas de las que tiene la posibilidad de salir de sus pueblos a trabajar a las ciudades, son regresadas a ellos para casarse, agunas utilizadas como mercancía entre las familias y otras para saldar compromisos. En todos los casos, no tienen posibilidad de escapar pues las propias familias son las que las confinan a un destino impuesto por su capacidad de reproducción.

Cuando se toma el cuerpo de una mujer y le es impuesta la maternidad a las mujeres, cuando se les liga a la vida de otro sin que ellas lo acepten, estas mujeres se quedan sin espíritu. Acaban con ellas y las confinan a la soledad y la esclavitud para perpetuar la especie.  A quienes, "romanticamente" se les pretende convencer de que es su obligación, por su condición de mujer, ser madres y que ese es su destino final, lo quieran o no.

La mayoría de las mujeres, aun en el siglo XXI no pueden disfrutar de su cuerpo a elección propia y en total violación a sus derechos humanos, se les impone la maternidad y las forzan a reproducir la especie.

Las mujeres tenemos el derecho de decidir si queremos ser madres o no. Sin embargo, más que un derecho humano se considera un deber social impuesto por la mera condición de ser mujer.